LA TUMBA EQUIVOCADA
El cuervo posaba al borde de la lápida en esa ventosa noche de
luna llena. No graznaba y parecía melancólico. Se mantuvo sereno incluso
mientras dos intrusos, mal entrazados, atravesaron el cementerio en dirección a
la tumba que el ave presidía.
Una vez que estos dos hombres extrajeron unas herramientas de sus
bolsas, se miraron con extrañeza. El cuervo seguía sin inmutarse. ¿Sería el
mismo cuervo? En sus anteriores incursiones clandestinas siempre veían una
negra ave revoloteando cuando ellos emprendían su funesta labor. Nadie les
había importunado entonces, ni tenía por qué ocurrirles nada ahora, se dijeron.
De hecho, aquel cuervo parecía traerles buena suerte en su
peligrosa tarea. En el Edimburgo del siglo XIX la ley castigaba severamente a
quienes osaban profanar tumbas y robar cadáveres. Pero la codicia de ambos
podía más que la precaución. A cambio de un cadáver fresco para diseccionar en
sus clases de anotomía, en el consultorio médico les abonaban siete libras
esterlinas y diez chelines; una pequeña fortuna equivalente a un par de meses
de salario. Y en la tumba que se aprestaban a profanar, había tenido lugar un
entierro reciente.
El más fornido de los profanadores extrajo un pico de su bolsón y
comenzó a hacer palanca contra la losa gris. Exhibiendo pericia, logró causar
una mínima grieta y logró desprender la tapa de mármol.
—La práctica hace al maestro —le susurró satisfecho a su compinche
mientras empujaba la losa fúnebre hasta dejar espacio para introducirse.
El cuervo seguía quieto, no se asustó ni graznó. Observaba al dúo
de maleantes con aparente desinterés.
El ladrón jefe se escurrió dentro de la fosa y su compañero se
quedó fuera montando guardia. La llovizna, hasta entonces suave, empezó a
arreciar y un relámpago atravesó el nuboso cielo nocturno. Seguidamente estalló
el trueno.
El ladrón acompañante creyó oír un grito desde el fondo de la
fosa, pero el rugido del trueno le impidió comprender qué sucedía.
Se acercó al hueco entreabierto en la tierra y encendió su farol
para iluminar la penumbra. Algo raro ocurría allí abajo. Su amigo luchaba
contra alguien en una feroz refriega. Ahora sí logró escuchar. Era la voz
de aquél que le pedía auxilio.
Envuelto en la oscuridad, percibió más sonidos de golpes; después
un abrupto silencio. Otro relámpago incendió el cielo, seguido de un terrible
estruendo.
—¡John, qué está ocurriendo allá abajo! —exclamo, más que
preguntó.
No obtuvo respuesta.
Un escalofrío le recorrió. La lluvia arreciaba empapándolo,
pero el temblor que le estremecía no era a causa del frío ni del viento
aullante. ¡Lo había visto!
A la mortecina lumbre del farol, vió cómo una figura deforme
ascendía de la tumba. Era un hombre, o algo que había sido uno, con la piel
pálida, los ojos vacíos, y entre sus labios, unos dientes largos bañados en
sangre que aún se derramaba lentamente.
Dudaba si ayudar a su amigo o huir cuando sintió que algo
aferraba sus tobillos. Fue arrastrado, perdió el equilibrio y cayó
dentro de la tumba. El farol rodó hasta el fondo de aquel cubículo.
Tras impactar contra la tierra húmeda, al incorporarse el ladrón,
vio un ataúd abierto y, próximo a éste, un cadáver de rostro tan blanco que
parecía que la sangre hubiese desaparecido por completo. Era su compañero John.
El ladrón se incorporó con su corazón a punto de estallar por el
miedo. El fétido olor que inundaba el cubículo se hizo más intenso. Miró para
arriba, hacia el hueco por donde se distinguía un trozo de cielo lluvioso.
Trepó arañando la tierra, debía salir de allí, librarse de esa trampa y escapar
del horror. Pero no pudo llegar al exterior, aquello que lo atacaba le sujetó
por la espalda. Le había alcanzado. Un frio mortal recorrió su cuerpo cuando
sintió cómo unos dientes afilados se hundían en su cuello desgarrando la carne
con un dolor punzante. Segundos después, su cuerpo inerte se apiló junto al de
su compañero.
El sujeto cadavérico emergió por la abertura de la tumba.
Entre lápidas y cruces, pudo verse ese rostro macabro que había
aterrado y acabado con la vida de los dos ladrones, esa máscara reseca de
filosos dientes y mirada infame.
Cuando el monstruo se alejó de allí, el cuervo planeó sobre la
abierta tumba y, sin temor, descendió hacia la fosa.
Abajo le aguadaba su cena. Dos cadáveres recientes y cuatro ojos
desorbitados, que con ávida fruición el ave comenzó a picotear.
Texto de Gabriel Antonio Pombo.
El autor
de este relato es Gabriel Antonio Pombo, abogado y escritor nacido en Uruguay.
En su
curriculum aparecen múltiples conferencias sobre criminología y asesinos
seriales. Cabe destacar que Gabriel A.
Pombo es considerado experto en el caso de Jack el Destripador.
Entre sus publicaciones destacan los ensayos: El monstruo de
Londres, La leyenda de Jack el Destripador, Historias de asesinos, Pablo
Goncalvez y los crímenes de Carrasco, El animal más peligroso…
Para saber más de su biografía y obra… Babelio
Para encontrarlo en Facebook... Fb
Este autor tiene la generosidad de compartir muchos de sus relatos
en su cuenta de Facebook, que fue precisamente donde tuve la suerte de descubrirlo
como escritor. Solo me hizo falta leer varias de sus historias para afirmar,
sin temor alguna a equivocarme, que
domina con soltura el género criminal, seguramente —o al menos en parte— por su profesión de abogado.
Sus historias son intensas y consiguen crear una atmósfera
auténticamente aterradora. Su habilidad
para construir tramas oscuras y tétricas
es admirable.
Pero mejor, vamos a hablar con él…
—¿Cuál es el mayor desafío al escribir sobre un crimen sin caer en
los clichés del género?
—En mi humilde opinión, para evitar caer en clichés, la clave
consiste en dejar volar la imaginación sin ponerle trabas, en no atarse a un
proyecto preestablecido al escribir. Vale decir, el mayor desafío estimo que
radica en dejar, literalmente hablando, "que los personajes hagan lo que
quieran", que escapen al gobierno y control del escritor. Lograr esto es
algo mágico, y felizmente me ha sucedido al escribir algunas de mis obras, como
por ejemplo, mi novela "El animal más peligroso", donde ni yo
mismo sabía cómo comenzaría cada escena a describir y, menos aún, cómo
terminaría el texto recreado en cada capítulo. Quedar sorprendido e incluso
atónito, ante el proceso de creación que fluye por sí sólo constituye un
desafío además de un placer.
—Entiendo por tus respuestas que la improvisación juega un papel importante en tus obras.
—Por lo general dejo que la historia viva por sí misma, sin intervenir en el proceso de desarrollo. Me limito a redactar lo que va viniendo a mi mente, como si la historia la narrase alguien ajeno a mí. Pero también a veces me baso en casos criminales reales a los cuales confiero una redacción propia, y suelo tomar bastantes licencias literarias a la hora de recrearlos.
—Es un hecho que en tus relatos logras crear una
atmósfera de tensión que se mantiene desde la primera palabra hasta la última.
¿Cuál es la clave para sostener esa tensión a lo largo de toda la historia?
—Eres muy gentil por expresar tan excesivo concepto sobre mis modestos textos. Sin perjuicio de ello, tratando de responder la pregunta diré que me inclino por elaborar una redacción donde el relato no sea lineal, sino dotado de saltos temporales, pues creo que ello logra generar en el lector emociones y cambios de humor que una narrativa de cronología lineal no consigue. Creo asimismo que un estilo con cambios temporales en su estructura ayuda a brindar a los desenlaces de cada trama vueltas de tuerca que los hacen sorpresivos o, al menos, no demasiado previsibles; y he comprobado que esta técnica gusta a la mayoría de los lectores. Al menos en lo personal, como lector, aprecio mucho aquellos relatos que contienen cambios cronológicos e, incluso, finales abiertos.
—¿Existe algún mensaje moral o lección que los lectores debieran llevarse de tus obras?
—¿Qué consejo le darías a un escritor novel que quiera iniciarse
en el género del terror?
—Suponiendo que estuviese apto para brindar algún consejo válido,
mi sugerencia es que estudien lo más posible el tema que se
proponen tratar, y se documenten a conciencia, pero que al momento
de elaborar los relatos se dejen llevar por su imaginación, que permitan a sus
personajes "tener vida propia". Si logran experimentar este estado
mágico, me permito asegurarles que la satisfacción que obtendrán a cambio será
maravillosa y bien habrá valido la pena el tiempo y el esfuerzo dedicados, más
allá de si sus obras reciben el halago de la crítica u obtienen muchos lectores
y ventas.
—Tus relatos pueden leerse libremente en Facebook. Tu experiencia, además de generosa, resulta interesante para todos los autores independientes, especialmente para los autores noveles que buscan en las redes un espacio donde crear comunidad. Enfocándonos en este contexto… ¿Por qué elegiste Facebook como red social para promover tus relatos?
—Incursiono en facebook porque en otras redes sociales no se
publican textos en grupos cuya temática verse sobre el terror y/o lo
paranormal.
—¿Qué desafíos has encontrado al tratar de construir una audiencia
en línea?
—No me propuse, ni me propongo, construir una audiencia.
Simplemente escribo para entretenerme y con el deseo de que los usuarios de
esas páginas y grupos de facebook que tengan a bien leer mis relatos pasen con
ellos un momento agradable, que la lectura les parezca de interés.
—¿Cómo equilibras tu tiempo entre la escritura y la promoción en
redes sociales?
—No busco (al menos conscientemente) promoverme. Dado que tengo
actualmente la suerte de disponer de tiempo libre (al estar ahora jubilado de
mi absorbente profesión de abogado) comparto mis humildes creaciones con
aquellos usuarios de páginas y grupos de facebook que me hacen el halago de
leerme y, en algunos casos, de comentar positivamente mis textos.
—¿Qué tipo de contenido adicional, además de tus relatos,
compartes en tus redes sociales para conectar con tus seguidores?
—Solo ofrezco narraciones que páginas y grupos de facebook tienen
a bien publicar, no comparto memes, chistes ni otro tipo de comunicaciones.
—Algo que añadir…
—Expresar mi más sincera gratitud por la amabilidad y generosidad
de este reportaje.
Gabriel Antonio Pombo, un escritor capaz de despojarte de toda sensación de seguridad a través de sus relatos.
©Manuela_ferca
Siempre he encontrado el género del terror como una buena excusa para hablar de temas universales sin caer en la rutina ni los lugares comunes.
ResponderEliminarMe ha gustado la historia, un corte clásico muy bien resuelto.. gracias por compartirla y por la entrevista.
Excelente Gabriel, me dejaste sin palabras, te felicito.
ResponderEliminarHistorias que nos mantienen al borde del asiento por la forma en como está construido el suspenso y el brillante desarrollo de los personajes
ResponderEliminarQuiero expresar que es un relato exelente muy interesante y muy bien redactado sobretodo el tema del escritor la manera que lo relata es exelente. Felicito si desempeño or este gran trabajo espero más relatos como muchos que tiene Antonio Pombo quien es el autor de este hermoso relato felicidades ámbar en busca del fenómeno paranormal
ResponderEliminarUn cuento de terror con la exquisita pluma de Gabriel Pombo, el triste mundo de los profanadores de tumbas, una actividad tan lucrativa como castigada. Lectura que engancha!!
ResponderEliminarja, ja.. Me ha recordado cuando dibujaba en las noches de invierno junto a mi antigua Musa.
ResponderEliminarÉramos muy aficionados a ése tema y cuando estudiaba magisterio unos de los trabajos manuales consistía en un libro que tenía que confeccionar con folios para las hojas y después encuadernarlo. Yo le anime a que las pastas fueran forradas en terciopelo verde oscuro de ese que se pega sobre el cartón y después le hice con un trozo del mismo terciopelo pero esta vez negro un diablillo que recorte con un cutter y bajo los ojos puse un papelito brillante en rojo encendido. Quedo muy mono. Pero después tuve que dibujarle a tinta china negra las escenas que más le gustaban de algunos cómics entre ellos un enterrador muy gótico que ya en alguna entrada en el blog he subido a veces.
Eran unas noches invernales muy divertidas al calor del brasero y la habitación en penumbra iluminada solo la mesa de dibujo por un flexo, mientras en la calle la lluvia y la tormenta se dejaban notara través de un ventanal altísimo y con la banda sonora de Aphrodite's Child en el tocadiscos. En fin imagina por qué la echo tanto de menos. Desde entonces no he vuelto a coger los pinceles.
Salud.
"Nunca más", como el cuervo de Poe le graznó a los dos profanadores, el cadáver que pretendían profanar acabó con ellos y esa ave negra y tenebrosa se dió un festín a su costa. El gran Pombo nos mete una vez más el miedo en el cuerpo con una pluma inspirada en su momento en Destripador de Londres.
ResponderEliminarExcelente relato, como todos, los que este escritor, nos tiene acostumbrados.
ResponderEliminarBrillante entrevista al Dr Gabriel Antonio Pombo y magnífico relato. Felicitaciones a esta página.
ResponderEliminarEste relato de Gabriel Antonio Pombo mantiene la tensión del lector desde el principio al fin. Nos sumerge en la atmósfera opresiva y siniestra de esa noche de lluvia, relampagos y truenos en un remoto cementerio donde los ladrones de tumbas se enfrentan a una pesadilla mortal. A su vez, la entrevista aquí realizada al escritor es excelente.
ResponderEliminarMuy bueno Gabriel felicitaciones muy bueno el relato , la narración y el reportaje muy interesante tengo el honor de conocerte y apreciar tú buen manejo de la retórica tanto escrita cómo oral he tenido la oportunidad de leerte y escuchar te y en las dos facetas tus narraciones resultan excelentes
ResponderEliminarMuy bueno Gabriel el relato y la entrevista saludos Sebastián Mendizabal
ResponderEliminarBuen relato saludos cordiales
ResponderEliminarBuen relato Gabriel Antonio saludos cordiales
ResponderEliminarManuela, eres tú, la autora de tan interesante entrevista?
ResponderEliminarChelo
EliminarDe la entrevista sí, del relato ya digo que es Gabriel Antonio Pombo, pero sí, las entrevistas siempre soy yo quien pregunto, pero son los entrevistados quienes las hacen interesantes.
SAludos.
Pues muchas gracias por dármelo a conocer . Tengo mi muro de Facebook cerrado y también Instagram . El relato fabuloso. Un abrazo
EliminarInteresantes, tanto el cuento como la entrevista. Gracias por difundirlo.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Bueno, qué decir!
ResponderEliminarJusto tengo debajo de este espacio esa imagen de Manuela bailando a todo trapo... :))))) Arte tiene, vitalidad, a la vista está. Todo un detalle por su parte brindarnos este divertimento.
Ya sobre la historia del cuervo, dos cadáveres, cuatro ojos desorbitados que el pájaro se dispone a picotear con ávida fruición, ¡¡qué decir!!
Volver a releerlo mientras sorbeis un plato de almejas a la marinera... (¿Risas? ¡No, gracias!)
Atrapante y escalofriante relato excelente !!
ResponderEliminarMe ha encantado tanto la entevista como el texto del relato que has compartido con nosostros. Me gustan las historias de terror, pero solo si están bien contadas y atrapan al lector desde el inicio, como es el caso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Excelente relato y magnífica entrevista al maestro Gabriel. Sus palabras siempre van cargadas de agradecimiento y modestia a la hora de valorar sus espléndidos relatos. Por la parte que me toca, agradecido a la par que afortunado, por contar con su inestimable amistad, su erudición en la riperología así como sus buenos consejos para escribir.
ResponderEliminarJulian Conde
Siempre un placer leer loz relatos de mi amigo Gabriel y conocer sus interesantes experiencias. ¡Sigue así por muchos años! 🥰
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