En todas las disciplinas artísticas hay autores a cuyas obras
no se les rinde el aprecio merecido hasta después de su muerte.
En la literatura no es menos. A lo largo de la historia
encontramos multitud de ejemplos de escritores que han muerto sin conocer el
éxito de su obra, a veces ni siquiera la han hecho pública. Escritores que
incluso han llegado unos a morir en la absoluta pobreza, otros se han quitado
la vida viéndose incomprendidos o vapuleados, o simplemente la vida no les ha
dado el tiempo suficiente.
Como curiosidad hago aquí referencia del llamado “síndrome
de la viuda”, dícese cuando la pareja del artista, una vez muerto éste, hace
público los escritos del finado. Por lo general manifiesta haberlos encontrado
de manera fortuita. Para algunos y en ciertos casos puntuales, este hecho
resulta sospechoso. Dejémoslo ahí.
En cualquier caso, hoy nos referimos a aquellas obras que son
consideradas parte fundamental de la literatura universal y su autor ha muerto
sin saber su trascendencia. Trágico.
Algunas de ellas…
La conjura de los necios, de John Kennedy
Toole, la escribió a los 24 años de edad y ningún editor quiso publicarla.
Toole se suicidó a los 31 años después de caer en la frustración. Su madre no
cesó en el intento y consiguió que la publicasen cuando ya alcanzó los 79 años. En
1981 le otorgaron el premio Pulitzer a título póstumo y Toole fue comparado como
autor a Dickens y Cervantes.
Pinocho, también llamado Historia de un títere, de Carlo
Collodi, no fue hasta que en 1940 Disney la llevó a la pantalla que la obra
no tuvo el éxito merecido. Para ese entonces su autor llevaba cincuenta años
muerto, murió de forma repentina y aunque sí pudo vivir de sus publicaciones,
no llegó a conocer el alcance universal de su obra.
Franz Kafka ordenó quemar sus escritos una vez
que él muriera, todos menos un número muy reducido de novelas. No fue así, un amigo y albacea publicó todos aquellos de los que él era poseedor, también la pareja de Kafka había guardado
muchos que fueron publicados. Al día de hoy se cree que aún debe haber
muchos inéditos. Kafka nunca quiso alcanzar la fama, no lo pretendía, pero la
alcanzó, eso sí, una vez muerto. Está considerado como uno de los escritores
más influyentes del siglo XX
El traductor, de Salvador Benesdra sufrió una gran
decepción cuando le negaron la publicación de esta novela. En 1996 se suicidó,
a los 44 años de edad. Su obra fue rescatada y hoy aparecen entre los autores
más vendidos en su país natal, Argentina.
Ana Frank murió cuando tenía 15 años en el campo
de concentración de Bergen-Bergen. Fue su padre quien publicó su diario dos
años más tarde bajo el nombre de “Las habitaciones de atrás”. Hoy en día Ana
Frank es símbolo del genocidio nazi.
Y así tantos artistas que jamás supieron que sus obras les
hicieron inmortales.
©Manuela Fernández Cacao. Todos los Derechos Reservados
Ilustración de MsErinEast
Muchos casos de ceguera editorial o de a saber qué modas.
ResponderEliminarPor suerte ahora nos queda la autoedición, que no da popularidad ni éxito, pero sí ver tu obra disponible para quién la quiera leer. ;)
Un abrazo.
Como se suele decir... 'Después del burro muerto. La cebada al rabo'.
ResponderEliminarHe leído a la mayoría de ellos, pero me quedo con Kafka y con "La conjura de los necios", MANUELA.
ResponderEliminarBuen trabajo. SE lo paso a mis amigos para que no decaigan. 😊
Que interesante. Siempre aprendo algo al visitar tu blog. Gracias
ResponderEliminarMuy buenos ejemplos, pensé en comentar que ahora ya no ocurría hasta que encuentro el síndrome de la viuda, que hay varias en activo. Un buen artículo. Abrazos
ResponderEliminarGracias, Manuela, es un pena que estas celebridades de las letras alcazaran la fama o mejor dicho reconocimiento de su arte una vez muertos.
ResponderEliminarPero así de injusta es a veces la vida.
Un abrazo, feliz noche.
Injusticia o mala suerte, pero en todo caso una pena que escritores de gran calidad solo pudieran ser reconocidos una vez muertos. A pesar de lo penoso del caso para el autor, sus viudas, amigos, albaceas, esditores o quienquiera que rescató del anonimato esas obras que acabarían alcanzando el éxito, seguramente se lucraron a su costa. Aun así, lo doy por bueno a cambio de poder acceder a títulos como, por ejemplo, La conjura de los necios que, si no hubiera sido por la perseverante madre de su autor, nunca habría visto la luz.
ResponderEliminarUn abrazo.
No es menor también constatar que el tema del suicidio también es recurrente. No sé qué hace que un autor o creador tenga su reconocimiento en vida. La vida tiene su lógica que siempre cuesta comprender.
ResponderEliminarAbrazos Manuela
No siempre ser leído es sinónimo de ser reconocido. Piensa en la cantidad de blog que tienen miles de visitas y ningún comentario. ¿Alcanza solo con que vean un texto? Lo dudo. Si no hay un comentario cómo saber si lo que se escribe tiene sentido o siquiera es comprendido de alguna manera.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Hay tantos buenos autores,.Te mando un beso.
ResponderEliminarEs curioso como los títulos póstumos son más importantes para algunos autores que en su día hasta mal vivieron de su talento. Bien traído el post. Saludos
ResponderEliminarEs lo malo de enfrentar el mundo contra tus expectativas... pista, el mundo siempre gana. ¿Sabes?, creo que alguno de esos autores lo darían por válido, morir rápido y por tu propia mano a cambio de ser recordado, ?no crees¿
ResponderEliminarY me parece un consuelo, en cierto modo. A saber cuántos buenos autores fallecieron sin que se tenga noticia de ellos ni de sus obras...
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Manuela.
ResponderEliminarAsí es la vida, muchos se hacen famosos después de muertos por lo que es una pena que no conozcan sus éxitos.
Un abrazo fuerte y cuidate mucho.
A muchos escritores, entre los que citas, la sociedad no les dio la oportunidad de que se conociera su obra. Sólo despues de la muerte. Un abrazo. carlos
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