La historia de la roca se hace patente en la huella que deja
el agua sobre su superficie. También el árbol lleva grabada su vida, cada año
un anillo.
Nosotros
formamos parte de la naturaleza y como tal, llevamos nuestra historia marcada
en surcos apenas perceptibles.
Estas estrías son líneas no imaginarias que se crean y no se borran, que van conformando en nosotros lo que realmente somos, lejos de lo que un día pretendimos ser.
Y así llevamos la estría que marca nuestra vida en el seno
materno, donde nos aferramos a la vida por un fino hilo, fino, pero más seguro
que lo que nunca volveremos a estar.
La estría que nos limita la infancia, una época incierta
donde lo que para unos es cielo, para otros infierno.
La estría de la adolescencia, donde no existe lo imposible,
donde el mundo está a nuestros pies.
La estría de la madurez, siempre sin concluir, y tantas
otras que nos van surcando hasta lo más profundo de nosotros mismos.
Son huellas que llevamos todos y son visibles solo si miras
a la cara del otro frente a frente, sin mentiras ni tapujos. De corazón a
corazón.
Texto y Fotografía de ©Manuela Fernández Cacao. Todos los Derechos Reservados
Harto complicado
ResponderEliminarUn texto muy acertado. Por eso no hay que rechazar las marcas. Un beso
ResponderEliminarDisfruto tus escritos,cariños.
ResponderEliminarSobre todo las estrías que entornan los ojos; las miradas que hablan.
ResponderEliminarMarcas y señales, cicatrices que han dado vida, las reconocemos incluso adivinamos las ocultas, Nos dejas un texto que inspira. Abrazos
ResponderEliminarLas podemos llamar estrías, surcos, pliegues o simplemente arrugas. Están ahí, como párrafos cortos de historias largas. Son cristalizaciones de nuestras vivencias, pero en cualquier caso son visibles. Hay otras. Imperceptibles, ocultas, pero igualmente presentes. Son aquellas que tensan hilos en nuestro interior, en nuestro subconsciente y también en eso que algunos llaman alma.
ResponderEliminarCertera descripción del ser humano y su evolución. Y bella forma de exponerla!
ResponderEliminarSegún leía iba repasando esas etapas, en mi vida y en las de mis dos nietas, 11 y 18 años, y me identificaba con ellas.
Hoy ha habido profundidad en el tema... Siempre lo hay, pero hoy cum laude. :)))))))
Abrazos Manuela.
Arrugas y cicatrices. Toda una vida.
ResponderEliminarTodos llevamos surcos marcados y no solo en la piel, los hay también en el corazón y, si existe, en el alma. Algunos son tan profundos que llegan a doler.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las líneas que marcaron y marcaran nuestro camino, la forma en que afrontamos la vida. Besos :D
ResponderEliminarSomos y dejamos huella. Pero no siempre esto es bueno.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Así es, totalmente de acuerdo y como dijo el poeta caminante no hay camino se hace camino al andar.
ResponderEliminarFeliz semana.
Un Abrazo.
Bonito y reflexionante texto.
ResponderEliminarLas estrías cuentan su propia historia, por eso siempre me ha gustado el arte de leer el futuro en la línea de las manos... aunque no crea en ello, me gusta la idea.
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