Leer clásicos no está de moda, es
un hecho que se pone de manifiesto cuando preguntas en tu entorno el libro que están leyendo, pocos responden que una obra de Victor Hugo, Goethe,
Dostoyevski, García Lorca, Virginia Woolf, Machado, Hemingway, Margaret Atwood, Unamuno... muy pocos lectores apuestan por la literatura
no contemporánea, no digo ninguno, digo pocos.
En las librerías, en el departamento de super ventas, no he visto nunca a Homero, Cervantes, Tolstói, Oscar Wilde, Rosalía de Castro…
¿Pero por qué no se leen, como se
debiera, a los clásicos? No me vale aquello de que ya leyeron suficiente
clásico cuando estudiaban porque a los quince años se lee de manera distinta.
Cuando somos jóvenes o bien se lee por disciplina escolar, con lo cual solo interesa cumplir, o se lee
queriendo saber el final, o en cualquier caso no se tiene aún la cultura
necesaria para percibir los detalles y el mensaje implícito de la lectura.
Si un libro ha vencido al olvido
de los años, y se sigue hablando de él, sigue siendo referente, es por
su valor, nada menos. A saber cuántos libros de los que se publican ahora y se
tildan de “best seller”, se
descatalogarán de aquí a cuatro años, el que quede vigente, el que perdure,
será porque aporte al lector una experiencia que deje huella, entonces formará
parte de los llamados clásicos.
No negaré que en muchos casos la
lectura clásica nos lleva a un lenguaje con unos vocablos y giros que nos exigen tener a mano un diccionario y
por supuesto mayor concentración, pero esto
a la vez sirve para ampliar nuestro vocabulario y también
como ejercicio para la comprensión de otros textos.
Por otra parte creer que un
clásico es un libro aburrido es un error, ni mucho menos, las historias que
cuentan no pierden vigencia porque no hay historia ni antigua ni nueva que
contar, todo está contado, lo que cambia es la resolución de la historia según
su contexto y la forma de contarlo. “Nihil novum sub sole” o lo que es lo mismo:
“No hay nada nuevo bajo el sol”. Quien lea “el escarabajo” o “la carta robada”
de Allan Poe, por poner un ejemplo, se
acordará de Dan Brown, salvando las distancias qué duda cabe. ¿Cuántos libros
contemporáneos hemos leído románticos en los que se habla de un amor imposible
por el qué dirán, por las familias, por las distancias sociales…? Sí, la base
de la obra “Romeo y Julieta” de Shakespeare. ¿Cuántas películas se han filmado
basadas en obras clásicas? “El diario de Bridget Jones” se basa en “Orgullo y
prejuicio” de Jane Austen; “Moulin Rouge” se basa en “La dama de las camelias”
de Alejandro Dumas; “Los santos inocentes” en la obra del mismo nombre de
Miguel Delibes.
Por otro lado, para todo aquél que le gusta escribir está claro que para tener un estilo propio hay que haber leído mucho, cuanto más mejor y ver distintas formas de cómo poder expresar una historia. En todo arte las reglas están para contradecirlas, pero para ello, antes hay que dominarlas. La buena lectura, además del estudio de la técnica, contiene la llave para crear la identidad de un escritor, su marca personal, su propio estilo.
En los libros clásicos impera el mensaje, un mensaje que va más allá de la época en la que se escribe, más allá de lo perecedero, de ahí que cuando releamos esos clásicos puedan reinterpretarse los hechos. A través de ellos somos conscientes del paso de la humanidad por la historia; nos pasan el legado de la tradición, de la cultura; nos fomenta la crítica personal no solo sobre la literatura, sino más allá.
Texto ©Manuela Fernández Cacao. Todos los Derechos Reservados.
Ilustración bajada de la Red Libre de copyright.
Estoy contigo en que se tiene a los clásicos arrinconados y con ello se pierden verdaderas joyas de la literatura universal. Nos volcamos con los libros de reciente publicación y con los autores modernos y hemos dejado en el olvido a los grandes clásicos. Yo, la verdad, no me apetece ahora mismo leer a Homero, ni siquera a Shakespeare, pero sí a Thomas Mann, a Tolstoi, a Balzac, por su estilo mucho más cercano e inteligible. Y si no lo hago es por culpa de la inmediatez, de atender a lo nuevo y alabado por la crítica actual. También es cierto que no tenemos tiempo (ni dinero) para tanta lectura, pues se publica mucho y no damos abasto a leerlo todo y acabamos seleccionando lo más reciente, aunque con ello sacrifiquemos la calidad.
ResponderEliminarDeberé reflexionar sobre esto y decidirme a leer esos libros que todavía tengo en lista de espera, como Guerra y paz, o Los hermanos Karamazov, entre otros, je,je.
Un abrazo.
Porque son el origen, la base, el fundamento de todo lo que vino después. Rechazar a los clásicos es como ignorar la cultura grecorromana, su mitología, su arte...
ResponderEliminarUn saludo.
Totalmente de acuerdo contigo en todo, por favor leer y sentir los libros clásicos no es moda es simplemente necesidad para entender muchas cosas.
ResponderEliminarAbrazote utópico.-
Yo soy de las que leen antes a un clásico que a un moderno...
ResponderEliminarMe ha encantado tu reflexión; y también me tienes encantada con tu libro, que estoy leyendo...
Un beso
Y además son menos costosos! Todo cierra. Saludos
ResponderEliminarSoy no solo de la que lee a los clásicos, soy de las que los releen especialmente en verano que mi tiempo libre es mas largo, mas continuado. Abrazos
ResponderEliminarMe temo que lo clásicocs están siendo denostados. Yo estoy con los ingleses. Un beso
ResponderEliminarLeo desde que tengo uso de razón, y algunos clásicos han caído. En cuanto a la marca personal, si es que tengo una, no sé cuál es. Lo que sí sé es que la mayoría de lo que escribo me sale en plan chorra.
ResponderEliminarBuen texto Manuela y toda la razón!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
Hay libros y ibros que llegan a clásicos.
ResponderEliminarEsos que son intemporales.
Imprescindible leerlos.
Un abrazo.
Me has dejado pegada a tu entrada, y eso es bueno, vamos que me ha interesado y estoy de acuerdo en lo que relatas. Sobre todo que en la edad que leemos un libro dista mucho de la primera vez que si lo releemos treinta años después. Los conceptos cambian eso es inevitable la vida nos cambia y vamos percibiendo de otro modo aquella novela que en un momento no, nos dijo nada para pasar a ser un novelon. No he leído a muchos clásicos pero algunos de los que nombras si, y por supuesto de ellos aprendes muchas cosas, no solo vocabulario sino el ritmo de la escritura es diferente. Gracias Manuela por esta entrada que me ha ilustrado no sabes cuanto. Besos.
ResponderEliminara mí de vez en cuando me gusta releer clásicos de julio verne, arthur conan doyle, edgar allan poe, h.g. wells, robert louis stevensos... que leí por primera vez cuando era adolescente.
ResponderEliminaren un grupo de lectura de facebook al que me añadieron hace años, siempre proponían para leer conjuntamente libros que en ese momento no me llamaban. para las lecturas soy "muy mío". y cuando mencionaba algún clásico, parecía que estaba diciendo algo fuera de lugar...
abrazos!
Cuando han llegado a clásicos es por algo. En mi caso la mayor parte de lo que leo tiene sus años y hay tanto, tan bueno y tan variado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo verdaderamente triste es cuando ya cumples demasiados años y te das cuenta de todo lo que te queda por leer.
ResponderEliminarBesos.
Hay un artículo, o ponencia, o algo así, de T. S. Elliot sobre el tema y va más o menos por el mismo lado. Es lo que nos conforma es lo que nos hace ser. Aunque, el concepto de cultura de Elliot a principios del siglo XX no sería aplicable al mundo sin esquinas ni filos peligrosos que dejamos que se construyera en este siglo XXI.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Un texto extenso y de interés.
ResponderEliminarAbrazo Manuela.
Voy alternando clásicos con todo lo nuevo que va saliendo al mercado y me gusta, lo que nunca haré es dejar de leer. Muy buena entrada Manuela.
ResponderEliminarBesos.
Reflexionando sobre el asunto, pienso que puede ser que leer a los clásicos requiera un esfuerzo adicional. Se necesita tener un vocabulario más amplio que el usado en el habla actual y requiere de una concentración mayor porque los libros clásicos, es decir los que ahora son llamados clásicos, no fueron escritos para ser leídos en forma rápida. Ahora, también hay que tener claro qué es un clásico, porque puede haber una gran distancia, en el tiempo y en estilo, entre Homero y Melville, por ejemplo. Puede existir alguna persona que se considere lectora de clásicos porque disfruta de Hugo o Tolstói pero nunca ha leído a Luciano de Samosata o Apuleyo. Complicado asunto, ¿verdad? porque algunos se asombran cuando les digo que no he leído los últimos bestsellers, pero yo también me asombro cuando les escucho decir que no les gusta "Alicia en el país de las maravillas" porque "no entendieron tanta tontería", que "El Decamerón" es aburrido y "Las mil y una noches" algo insoportable... Cuestión de gustos, supongo, el que alguien prefiera una hamburguesa del Mac-no-se-cuanto en lugar de un buen guisado...
ResponderEliminarcuando leí la Ilíada me gusto muchísimo, la tercera vez que leí Don Quijote no podía dejar de reir..
ResponderEliminarMuy interesante el tema y tu texto. Me gustan los clásicos . Beso
ResponderEliminarMuy buena reflexión.
ResponderEliminarEn literatura como en música, pintura o casi cualquier disciplina artística debiéramos no obviar a quienes formaron e influenciaron a los escritores, poetas, músicos, pintores, etcétera... que seguimos o hemos elegido.
ResponderEliminarAbrazo, Manuela.
Una vez más das en el clavo, y ¡van... la tira! Cambian los gustos, los hábitos, los sueños, el gusto de leer y también de escribir. ¡Se tienen o no se tienen! ¡Se saca tiempo si se quiere, para lo uno y para lo otro! ¡Tu eres un ejemplo, sacas jugo a la vida, organizas eventos que inducen a leer, escribir, comunicar...! Yo también disfruto.
ResponderEliminar¡No juzgo, pero encuentro mucha pobreza en el lenguaje, y creo que la juventud -en general- está demasiado atrapada en los minimensajes por móviles. El libro, para muchos, ya no es un buen regalo. ¡no saben la cantidad de viajes, aventura, intrigas y experiencias que se pierden!
Gracias, por recordarlo, aunque fundamentalmente lo entiendan los que son, están y "no han muerto en el intento". ¡Qué gozada de menús, como dice Jenofonte, ni se imaginan poder degustar!
UN a brazo Manuela.
Estoy de acuerdo en el conjunto de lo que dices. Me ha llevado a otra reflexión que debe estar implícita en tu texto. ¿Hemos sabido crear lectores? Reflexione cada uno tanto si su respuesta es SÍ, como si es NO. Que lean o no clásico depende de modas quizá, pero también de la forma de vida que impera en cada sociedad. Otra cuestión es si leen.
ResponderEliminarTexto que promueve reflexión. Bueno, sin ambajes y breve para el tema que lo cupa.
Salud, Manuela.
Anna Babra
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ResponderEliminarCuando estudié teatro nos hicieron hincapié en leer las obras clásicas, porque sino es como querer empezar la casa por el tejado, es no saber las raíces de algo. Es no darse cuenta que ya todo esta inventado y no poder reinventarlo o reinterpretarlo. Es no tener las herramientas ni los conocimientos para encontrar inspiración. No querer leer clásicos es preferir no zambullirte de lleno en el mundo de las letras y no descubrir nunca todo aquello que es atemporal y bello que aún sobrevive en esas obras.
ResponderEliminarUn besazo querida Manuela.