Fotografía: wal_172619 en Pixabay
Algo muy recurrente es afirmar que para saber escribir hay
que leer mucho.
Es cierto, leer es muy importante, pero no basta.
Escribir, como todo, tiene técnica. Esta técnica se fundamenta en el conocimiento de la lengua y en sus reglas gramaticales.
Para escribir correctamente y de manera fluida, es necesario saber cómo se construyen las frases, comprender la sintaxis, manejar los tiempos verbales, tener un vocabulario algo extenso... Un texto no puede estar basado en la intuición, por mucho que se haya leído. Las estructuras, el ritmo, los recursos… se aprenden estudiando.
Una vez dicho esto, hay que recordar que el arte está en constante evolución y que innovar es saltarse las normas y explorar más allá de lo establecido. Pues bien, para poder hacerlo con intención y eficacia, primero hay que dominar las reglas, saber qué se genera al aplicarlas y qué ocurre al no seguirlas.
En cualquier caso, cuando un texto está bien construido, el lector lo percibe; puede que no sepa por qué, pero percibe su fluidez y su equilibrio.
La técnica no doblega la voz del autor, la hace legible.

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