Caos II La templanza del emperador
Gregorio Muelas
Editorial olé libros
Caos II. La templanza del emperador, es la
segunda entrega de la trilogía que comenzó con Caos I. El águila y la cruz.
En esta novela, Constantino I y Licinio se enfrentan en una
cruenta guerra civil por el dominio absoluto del Imperio romano, conflicto que
culmina en una batalla decisiva.
Este enfrentamiento es el eje central de la obra, pero el
autor teje alrededor de él múltiples tramas secundarias que enriquecen la
narración. Gracias a ellas, el libro
transita con naturalidad por diversos géneros: histórico, de aventuras, thriller…,
pero hay uno que lo engloba a todos: el épico.
Y es que en esta obra, el autor recupera, con auténtica
maestría, el tono solemne y grandioso de las epopeyas clásicas: batallas
colosales, traiciones, hombres que forjan imperios…, gestas que erigieron el
mundo que conocemos.
Detrás de esta novela, se intuye una investigación ardua. El
siglo IV es una etapa de la historia de la que se saben datos puntuales, pero
no tantos a priori como para narrar con precisión. Sin embargo, Gregorio Muelas consigue
recrearla con claridad combinando escenas históricas con otras que él mismo
desarrolla intentando ajustarse a lo que presuntamente sucedió.
En la novela se combinan personajes históricos con otros
ficticios. Entre ellos, son especialmente interesantes los femeninos: fuertes y
coherentes con su contexto histórico, luchando sus propias batallas. Destaco la
figura de la madre de Constantino que emerge como uno de los personajes más
sólidos, Helena, decidida a impulsar la posición de la Iglesia dentro del
Imperio.
También quiero destacar al narrador: Firminiano de Saguntum,
cronista de los acontecimientos e hilo conductor de la trilogía. No es un
recurso técnico, es un personaje en sí mismo.
Lo fascinante es que Firminiano como su nombre indica es de
Saguntum, la actual Sagunto, el mismo lugar donde nació el propio autor
Gregorio Muelas. No puede ser una coincidencia. Muelas se introduce en su
propia novela, se disfraza de Firminiano y nos cuenta la historia. Y cuando la
novela lo exige, pasa a un lado y el narrador se convierte en omnipresente. De
esta manera nos sumerge en la historia por completo, hasta hacernos sentir que
nosotros también estábamos allí.
El lenguaje es elegante, selecto, sobrio y también en
ocasiones lírico.
La novela se divide en capítulos breves que nos permite
detenernos y asentar lo leído. Porque no
es una lectura fácil, es para un lector ávido. La lectura no es sencilla entre
otras cosas por la cantidad de personajes y tramas distintas que tiene, personajes
con nombres similares típico de la época que al principio puede desorientar. El
propio autor lo prevé y nos presenta al comienzo una relación detallada de
ellos, que personalmente he tenido que ampliar con mis esquemas de enlaces, pactos,
enemistades… Pero he aquí la magia y es que, una vez cruzado el umbral de los
primeros capítulos, la novela atrapa. La maestría narrativa, la tensión de las
tramas… llega un momento en el que reconoces al instante quien es quien, y
llegas a tomar partido eligiendo bando en una guerra que sucedió hace
diecisiete siglos.
En esta novela, Gregorio Muelas consigue que un lector actual entre en una época compleja, llena de tensiones políticas, luchas de poder. Esta obra no solo entretiene, también enseña. No hace falta conocer la primera parte de la trilogía para disfrutar de esta segunda, lo que sí te deja es con ganas de leer la tercera.
No puedo dejar de hablar de la presentación del libro. Pasta
dura, portada y contraportada con bajorrelieves que por su estilo, temática y
coherencia de la obra, deduzco que deben de pertenecer al Arco de Constantino
en Roma. Los dibujos del canto en cambio no los ubico. En cualquier caso, se
trata de una presentación que acompaña a la perfección el espíritu épico de la
historia.
En definitiva, es una obra excelente, una vuelta al género de
las grandes epopeyas en la que se ve la maestría de Gregorio Muelas como
escritor y como historiador.
Pero hablemos con el autor…
—Tu novela Caos recrea
una época muy estudiada pero a la vez con muchas lagunas. ¿Qué fue lo que más
te atrajo de este periodo histórico: lo que conocemos o lo que ignoramos?
—Lo que más me atrajo de este convulso periodo es
que prácticamente no había sido ficcionado. Con excepción de Elena, el clásico
de Evelyn Waugh sobre la devota madre de Constantino, el primer emperador
cristiano tan solo representaba un papel secundario en algunas obras de
publicación más reciente; por tanto fue lo que ignoramos aquello que me impulsó
a conocer más, hasta el punto de desarrollar una saga con el propio Constantino
como protagonista.
—Me gusta cómo están tratados los personajes femeninos en tu
novela. ¿Crees que en la novela histórica que se escribe actualmente, estos
personajes se representan según el contexto histórico o los están maquillando
con una supuesta empatía moderna?
—Creo que existe cierto presentismo en muchas de
las novelas históricas que se publican en la actualidad. Para evitar este error
es fundamental una documentación exhaustiva. Yo he tratado de ser lo más
verosímil posible, pero eso solo es factible después de inmersionar en el
periodo durante muchos años. En mi novela las mujeres desempeñan un rol muy
importante, pero siempre basado en las fuentes. Es el caso de Helena, la madre
de Constantino, y de Fausta, su consorte, que le influyeron notablemente a la hora
de tomar decisiones; o de Constancia, la esposa de Licinio; e incluso de
Begonia, dama de compañía de la emperatriz Fausta y bibliotecaria, que gozará
de un gran protagonismo en una de las subtramas. Todas son sumamente
interesantes y aportan una dosis de intimismo que contribuye a enriquecer el
conjunto.
—¿Qué sensación esperas que permanezca en el lector al cerrar
tu libro: admiración por los hechos, emoción por los personajes…?
—Espero que el lector cierre el libro con la
sensación de haber gozado a la vez que aprendido sobre un periodo que nos
explica mejor a nosotros mismos. La novela histórica es la forma más asequible
y amena de aprender historia, es el género en el que el deleite y el didactismo
se estrechan la mano. No ha resultado nada fácil poner negro sobre blanco este
periodo, uno de los más complejos de la milenaria historia de Roma, por eso es
tan satisfactoria la reacción positiva de los lectores, que ponen en valor el
gran trabajo que hay detrás del libro.
—Los géneros literarios han evolucionado. ¿Cómo ves hoy en
día la novela histórica, tanto desde la perspectiva de los escritores como la
de los lectores?
—Creo que la novela histórica goza de buena salud
en nuestro país, con autores de talla internacional y un espacio propio en las
librerías. La proliferación de congresos y festivales también ha contribuido a
ello, pues acerca a los autores al gran público. Sin embargo, sí aprecio una
deriva hacia lo estrictamente comercial, donde la acción y el diálogo se suelen
imponer a la reflexión y a la descripción. Yo procuro alcanzar un equilibrio, e
intento implementar un estilo propio que bebe directamente de los grandes
forjadores del género: Robert Graves, Marguerite Yourcenar, Thornton Wilder,
Gore Vidal, Colleen McCullough...
—Imaginemos que mañana apareciera un códice que desmintiera
gran parte de lo que sabemos sobre una de las batallas o episodio que cuentas
en tu obra. ¿Reescribirías la novela o la dejarías tal cual priorizando la
narrativa sobre la realidad histórica?
—No creo en los remiendos a posteriori, una vez
publicada, la novela pertenece al común de los lectores. Cada obra es fruto de
su tiempo y se explica en su contexto, lo cual le aporta un valor añadido. Un
libro no envejece tanto por lo que cuenta como por cómo lo cuenta, es el
estilo, pues, el que determina si una obra debe ser recordada u olvidada.
—Imagina que Constantino pudiera leer Caos II en una máquina del tiempo.
¿Qué pasaje crees que le haría enfurecer, o le haría reír, incluso cuál le
haría decir: “por fin alguien lo entiende”?
—Creo que una de las cosas que más le agradarían
sería la épica, la epicidad es uno de los elementos del género que trato de
recuperar en mis novelas: el pulso y la vivacidad de las batallas, la tensión
inherente a los conflictos que desencadenan hechos tracendentes. Una de las
fuentes más importantes es la Vida de Constantino de Eusebio de Cesarea, que
pasa por ser la primera “biografía” del personaje por parte de un autor
contemporáneo suyo, sin embargo se trata de un panegírico hiperbólico, casi una
hagiografía, y en mi novela Constantino es un personaje gris, que comparte
protagonismo con otros personajes que opinan cosas diferentes sobre su persona
y significado, es mi forma de humanizar a un personaje legendario, quitándole
capas de irrealidad para clarificar sus actos, creo que es la mejor forma de
conseguir que el lector se identifique con lo que lee.
—Seguimos con la máquina del tiempo, pero ahora al revés. Si
pudieras vivir un día concreto de los que se narran en tu novela, ¿qué día
elegirías y por qué?
—Me gustaría acompañar a Constantino en la
víspera de la batalla de Puente Milvio, a las puertas de Roma, contra su rival
Majencio, justo en el momento en el que, según Eusebio de Cesarea, tuvo la
célebre visión de la cruz, que le señaló el camino de la victoria. Un hecho que
marcó un punto de inflexión en la Antigüedad tardía porque supuso un cambio de
rumbo en la política religiosa del Imperio.
—Caos I fue
candidata a mejor novela histórica. Dejando a un lado la humildad por un
momento, ¿qué premio te gustaría ganar con tu trilogía? ¿Cuál crees que estaría
a la altura de tu obra?
—Cualquier premio que tenga como jurado a un
amplio grupo de lectores sin mayor interés que el de premiar la calidad
literaria. Pero si he de elegir uno, me quedaría con el Premio Nacional de
Narrativa o el Prix Femina étranger, que han ganado autores a los que admiro,
como Javier Marías o Antonio Muñoz Molina.
—Satisfacción. Soy muy perfeccionista, por tanto
no doy por acabada una obra hasta no haberla revisado innumerables veces.
Incluso una vez publicada la suelo releer para verificar esa sensación. Eso
solo se consigue cuando el resultado final se corresponde en gran medida con la
ambición de la idea primigenia.
—Pura curiosidad: ¿cuántos borradores necesitó Caos II antes de ser publicada?
—Solo existe un borrador. Apenas sacrifico nada
de lo que escribo. Las modificaciones tienen que ver con el estilo, con la
armonía.
—Algo que añadir…
—Espero que los lectores encuentren en la novela
una satisfacción semejante a la mía a la hora de escribirla. En definitiva,
escribo lo que me gustaría leer pero no encuentro en las mesas de novedades.
Estamos ante un escritor que no solo escribe novela histórica, Gregorio Muelas recupera en el siglo XXI la grandiosisdad de la epopeya en toda su esencia y fuerza narrativa.
Gregorio Muelas...¡DIGNUS EST!
©Manuela Fernández Cacao





No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los mensajes que contengan insultos, palabras soeces o sean anónimos no serán mostrados.