Título: Relatos cortos
Autor: Abdón Rojas Murcia
De venta en Amazon
Conjunto de relatos —con una poesía
como colofón— en los que se exploran la soledad, las emociones, lo cotidiano.
Escrito con una sutileza
extraordinaria, da la impresión de estar ante un cuadro pintado con coleres sin
necesidad de dibujo previo; es tener la sensación de palabras suspendidas en nubes; de historias envueltas en brumas y sombras.
El autor utiliza un lenguaje metafórico, a veces cercano a lo poético, que envuelve al lector en historias ambiguas donde la realidad se desdibuja hasta el final. Nunca se sabe con certeza de qué trata la historia, hay que leerla completa para ubicarse. Pero lo esencial no son los hechos, sino la sensación que transmiten.
Los relatos son independientes, su
hilo conductor son los sentimientos y las sensaciones que despiertan: la
añoranza, el paso del tiempo como constante inexorable... historias con una
amalgama de seres donde todo tiene vida propia y protagonismo: los sueños, los
mosquitos y hasta un aguacate.
Un libro que se distingue por su
frescura y originalidad, ofreciendo una experiencia distinta, intensa y
profundamente evocadora.
Relatos como:
La carta... poesía
pura.
El pájaro... juego de
palabras.
El despertador... lo real y
lo efímero.
El vendedor... totalmente onírico.
Historias que desconciertan al lector,
que le obligan a releer desde el principio, que le hacen reflexionar en cosas
normales como si fueran extraordinarias.
La maquetación también es
extraordinaria, entiéndase por algo fuera de lo normal. No indica el nombre del
autor y su título es un simple: Relatos cortos. Texto sin justificar, signos de diálogo personalizado, no
hay créditos… simplemente es el
manuscrito pasado a papel. Con todo su protagonismo.
Su carátula, la imagen de un pájaro
con cabeza de niño, representa la esencia del libro, de los
relatos que contiene, enigmático hasta en su dedicatoria.
Esta obra es una magnífica muestra
para todo aquel escritor o lector que quiera introducirse en el género del
relato.
Pero hablemos con el autor…
—¿Cómo definirías tu estilo a alguien
que no te haya leído nunca?
—Realismo mágico, intencionadamente
confuso e irónico.
—Tu libro al completo ¿hay alguna
emoción que lo defina?
—Las contiene todas, incluyendo la
tristeza que es la que nunca me gusta reflejar; pero en mi relato La pértiga de
la pérdida, el lápiz sucumbió al ímpetu emocional y se dejó arrastrar por ella.
—Tu libro rompe con lo convencional en
su presentación: portada sin autor, sin créditos… ¿qué te motivó diseñarlo así?
—Porque me horroriza o dicho de otra manera, con otra emoción, como diría un calvo “se me ponen de punta los que no tengo” cuando entro a una tienda de libros y el nombre del autor supera en tamaño o visibilidad al de la obra. Estoy convencido de que las obras se deben dejar que hablen por si solas, que lleguen al lector por su calidad no por el nombre. Allí es donde entramos nosotros los sin nombre, porque a mí no me conoce ni Dios y no creo que aparezca empadronado en la corte celestial como ateo, para que él no me conozca. Es como si a Don Miguel de Cervantes Cortinas(uno de los mas grandes) su nombre se impusiera a su obra; aunque lo uno conduce irremediablemente a lo otro, yo prefiero ver “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”. Y en mi caso, mi obra con las características diferenciales que tú Manuela comentas, me dice más ese pájaro humanoide misterioso dispuesto a ser explorado con la curiosidad gatuna que poseemos también los humanos y que el lector lo saque de nuevo a volar y si es posible lo indulte, lo redima de la cárcel, sin más. No pensando en quién lo escribió.
—Al escribir ¿prefieres que el lector
encuentre respuestas en tus relatos o que queden con preguntas flotando en su
mente? Es decir ¿buscas que sean resolutivos o que inviten a la reflexión?
—Desafortunadamente Manuela, el
ejemplar de Relatos Cortos que posees
publicado por primera vez en mayo del 2025 no cuentan con un apartado adicional
explicativo de mis doce Relatos Cortos que he anexado a posteriori, en el cual
digo: quiero dejar esto bien claro “ como la imaginación es puñetera, díscola y
va como una rueda a la cual no se le puede poner un timón ; y además porque por
lo general sigue los derroteros en los que convergen las vivencias y
expectativas propias vividas o por vivir de manera individual, no colectivas.
Por tanto, digo: Yo me hago responsable de lo que he escrito, pero no me hago
responsable de lo que usted, lector o lectora decida entender o imaginar. Que
cada quien cargue con sus propias nostalgias, rarezas y asociaciones; y eso es
precisamente lo hermoso y peligroso de contar cuentos: que uno lanza la palabra
como una semilla y nunca sabe en qué selva va a germinar y si saldrá de ello un
hermoso engendro o una espinosa flor”
—Tu forma de escribir ¿prefieres dejar
que la historia fluya libremente o la trabajas con precisión antes de llevarla
al papel?
—La dinamita está, solo a la espera de
la chispa que la encienda; aprovechando esas palabras que dan la entonación o
musicalidad que se busca, pero a su vez las hay que irrumpen de manera notoria
dando una transversalidad que no se quiere, que saca la historia del contexto
que se pretende obtener. Por eso se debe de ir puliendo para no caer en el
error de una dualidad (no intencionada) y llegar a lo expreso.
—Diré que se escribe porque se lee, no conozco
un autor que diga yo pasaba por ahí y como resultado aquí tenéis esta obra. se
sabe y por testigo su propia boca que se ha leído hasta la letra pequeña del
contrato de las tarjetas de crédito. Ahora bien, quien escribe debe pasar de la
sopa boba. Como principal fuente tiene que afinar y deleitarse como un sibarita
de lo que por lo general poseemos todos: los cinco sentidos. Hay que ver como
un águila, oler como un elefante africano, oír como una polilla de cera, tener
el tacto de un buen amante y el gusto de poder contarlo.
Siguiendo las otras alternativas
expuestas digo, que la realidad cotidiana es el tamiz revelador donde me doy a
la tarea de sintetizar mis recuerdos.
Y los sueños…
Ahí si me pilló tarde. Mi hermano en
una conversación telefónica con motivo de mi 57 cumpleaños, haciéndose el que
no sabía me preguntó cuántos cumplía, yo caí redondito; le solté la chorrera de
años vividos sin hacerlo más fácil e intuitivo o participativo; habría podido
decirle: pues súmele dos años más a los suyos que esos son la diferencia que
nos llevamos. Pero no. Con la boca atiborrada de tantos años míos ya vividos,
él aprovechó y me cuestionó: “a propósito con tantos años que tienes, ¿Cuándo
te vas a ajuiciar?”
Para eso ya me pilló muy viejo _Le
respondí_
—¿Escribes tus relatos tal como los
imaginas o los ajustas para causar mayor impacto en el lector? Dicho de otra
manera ¿hasta qué punto influye en ti el lector?
—Des-afortunadamente lo que cuentas
está ligado intrínsecamente a tu personalidad a tu formación que pude ser
interpretada como valores o ideologías adquiridas o heredadas. Pariendo de esa
matriz existen coincidencias grupales numerosas en cuanto a lengua, religión;
en definitiva, una idiosincrasia aceptada y promulgada. Sin contar que existen
diferentes lenguas y en cuanto a religión otras cuantas por igual; basta un
pequeño nicho al cual nos dirigimos con nuestras historias para encontrar
adeptos y legítimos detractores. Entonces para qué dejarse seducir por lo que
vemos, por un futurible brillo del espejo si sabemos que éste mismo por la
parte de atrás es obscuro y si me lo permites grotesco
—Claro que me molestaría, asignándole
la misma definición de “me molestaría” a “me fascinaría”
—¿Hay alguna historia que comenzaste y
nunca terminaste porque la sensación que buscabas transmitir no lo lograbas?
—Quien diga que no, miente.
Me pasa a menudo con mis escritos con tinte político.
La política es tan seria que el mejor traje para entenderla es la
de payaso.(puede servir para un microrrelato)
Tengo en manos un relato titulado: Maduro y Pronto por Madurar
Se trata de un dictador suramericano que por darle cualquier
nombre al azar le pondremos por ejemplo Nicolas. Y Pronto por Madurar es el
camarada de un país vecino al suyo de cuyo nombre no quiero acordarme, que si
es reelegido en las próximas elecciones se convertirá también en dictador y por
ende Pronto por Madurar.
Cómo no ponerme el traje de payaso, al oírlo decir en sus
alocuciones: “los cinco puntos cardinales”, o “hay que trabajar las treinta y
cinco horas del día” o “ Simón Bolívar se quedó huérfano de esposa”.
Uf. Me cuesta terminarlo.
—Imagina que pudieras decirle algo a cada lector justo después de que termine tu libro… ¿qué le dirías?
—¡Cómpralo, no te arrepentirás!
Yo interpreté, …después de yo haberlo escrito
Si es, después de que el lector lo ha leído.
¿Qué le diría?
_con franqueza, dime: ¿Qué
te parece?
Abdón Rojas Murcia, un escritor capaz
de convertir cada frase en un enigma.
.
Gracias por la reseña.
ResponderEliminarSalu2.
Dyhego
EliminarGracias a ti por dejar rastro de tu visita :))
SAludos.