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Textos y fotografías de una realidad donde nada es lo que parece
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Una biblioteca como espacio vivo

 


Ilustración de 1tamara2 en pixabay


“No piense en los libros que ha comprado como una pila para leer. Piense en su estantería como una bodega de vinos. Coleccionas libros para leer en el momento adecuado, en el lugar adecuado y en el estado de ánimo adecuado”.

-Luc Van Donkersgoed-

 

Dejando a un lado que hay personas que padecen “bibliomanía”, que ya estaríamos hablando de un trastorno obsesivo-compulsivo, es cierto que los libros pueden llegar a ser como una colección de vinos en una bodega, una colección de discos, camisas o pendientes.

 

No todos los libros que tenemos en casa están ahí para ser leídos de principio a fin, muchos ofrecen conocimiento, ideas, datos o incluso inspiración que puedes necesitar en un momento puntual.  Un diccionario o una enciclopedia no se lee como una novela, ni uno de historia, ni un libro técnico, de manuales, guías de viaje… ninguno de estos tienes por qué leerlo de una tirada. 

 

Yo en concreto consulto muchos de los míos para ver cómo se estructuran ciertos párrafos o se organiza un determinado contenido… Otros los abro a modo de oráculo, de otros releo fragmentos determinados… Este es uno de los motivos por los que prefiero los libros físicos a los electrónicos, me resultan muchísimo más sencillo consultarlos.

 

También hay libros que vuelvo a leer al completo porque son como viejos amigos y los retomo en diferentes momentos de la vida para redescubrirlos o encontrar algo nuevo en ellos. Una novela que leíste hace años puede ofrecerte una perspectiva distinta cuando la retomas años después, o simplemente deseas volver a sentirla.

 

Una biblioteca ha de ser un lugar vivo para leer y consultar, donde se pueda devorar ciertos ejemplares y hojear otros. Pérez-Reverte, por ejemplo, posee una biblioteca de dos plantas. Según él, no necesita acudir a ninguna otra a consultar información, ni siquiera utilizar Internet, simplemente encuentra lo que necesita en sus libros. Otro caso destacado es el de Humberto Eco, cuya biblioteca era legendaria por su tamaño y contenido.


Pienso que la riqueza de una biblioteca no reside en cuántos libros se leen completos, si no en los libros en sí que la contienen. 

 


Biblioteca de Humberto Eco

 


©Manuela_ferca



 

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